En un mundo que va cada vez más rápido, tener conciencia emocional ya no es un lujo, sino una necesidad. Se trata de identificar, comprender y gestionar nuestras emociones de forma consciente. Este tipo de inteligencia no solo mejora relaciones personales y laborales, sino que también reduce niveles de estrés, ansiedad y depresión.

Hoy, cada vez más empresas buscan empleados emocionalmente conscientes; la empatía, la comunicación asertiva y la autorregulación son habilidades clave. También ha crecido el interés en terapias, talleres y herramientas como el journaling, la meditación y la respiración consciente.
Incorporar la conciencia emocional en la vida cotidiana puede comenzar con preguntas como: ¿Qué estoy sintiendo y por qué? ¿Estoy reaccionando o respondiendo? Reconocer que nuestras emociones no nos definen, pero sí nos guían, puede marcar la diferencia entre vivir en automático y vivir despiertos.