Durante estas fechas, México se viste de naranja con la llegada del Día de Muertos, una tradición que ha trascendido fronteras y se ha convertido en una de las festividades más emblemáticas del país a nivel internacional. Se cree que en estos días, los seres queridos fallecidos regresan para estar cerca de los vivos, motivo por el cual muchas familias colocan ofrendas con el objetivo de honrar su memoria. Flores de cempasúchil, papel picado, chocolate caliente y el tradicional pan de muerto llenan los altares de color y sabor en esta celebración.
Sin embargo, entre todos los símbolos que acompañan al Día de Muertos, hay uno que ha logrado destacar y volverse icónico: la Catrina. Esta figura de calavera, vestida con trajes elegantes y sombreros extravagantes, ha ganado relevancia no sólo en México, sino también en otros países. Pero, ¿cuál es el origen de la Catrina y por qué se ha convertido en un símbolo cultural tan importante?
La Catrina, tal como la conocemos hoy, nació de la mano del caricaturista José Guadalupe Posada en 1873, con su grabado titulado “Calavera Garbancera”. En esta obra, se retrataba una calavera con un elegante sombrero de plumas, como una crítica a los mexicanos que, pese a tener orígenes indígenas, pretendían ser europeos, dejando de lado su identidad cultural. Décadas después, el muralista Diego Rivera la bautizó como “la Catrina” y la inmortalizó en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde aparece junto a figuras como Sor Juana Inés de la Cruz y Benito Juárez.
Con el tiempo, la Catrina ha evolucionado, transformándose en un símbolo de crítica social y elegancia. Actualmente, se distingue por sus majestuosos vestidos y grandes sombreros decorados con flores y colores vivos. Esta evolución refleja no solo su permanencia en el imaginario colectivo, sino también su capacidad de adaptación a la moda y la cultura, convirtiéndola en un ícono indiscutible del Día de Muertos.