De compañeras en Disney a “enemigas” en la cima
Antes de los crop tops y los pantalones de vinil, Britney Spears y Christina Aguilera eran solo dos niñas talentosas cantando juntas en The Mickey Mouse Club, allá por 1993. Eran amigas, compartían escenario con un mini Justin Timberlake y un precoz Ryan Gosling. ¿Rivales? Para nada. Eran niñas Disney soñando con ser estrellas.
Pero Hollywood no sabe compartir focos. A finales de los 90, las dos explotaron al mismo tiempo con estilos diferentes pero igual de potentes. Britney llegó en 1998 con “…Baby One More Time” y Christina en 1999 con “Genie in a Bottle”. El resto es historia pop… y chisme de alfombra roja.

Rubia buena vs. rubia atrevida
La industria, los medios y MTV se encargaron de sembrar el drama. A Britney la pintaban como la “virgencita de América”, la chica dulce y obediente con sonrisa de muñeca. Christina, en cambio, fue la que rompía las reglas: más vocal, más atrevida, más provocadora.
La prensa les creó personajes: Britney era la novia perfecta de los Estados Unidos; Christina, la rebelde sin filtro. En vez de celebrar a dos reinas coexistiendo en la misma era dorada del pop, los tabloides y canales musicales las convirtieron en gladiadoras del entretenimiento.
Revistas como Rolling Stone, People y hasta TRL hacían rankings, comparaban vestuarios, coreografías, y hasta sus novios. Spoiler: Britney con Justin y Christina con… muchos rumores que explotaban cada semana.
Los VMAs y la batalla por el trono
Si hubo un momento donde la rivalidad alcanzó su clímax mediático, fue en los MTV Video Music Awards de 2003. El show comenzó con Britney y Christina vestidas de novias, cantando “Like a Virgin”… y luego apareció Madonna para besarlas a ambas.
Pero aquí el plot twist: los medios solo enfocaron el beso con Britney. Christina fue literalmente ignorada. El corte de cámara fue tan descarado que los fans aún lo consideran una falta de respeto monumental.
Ese momento, tan viral como estratégico, no solo marcó una nueva era en el pop, sino que reflejó cómo la industria moldeaba lo que el público debía ver… y lo que debía olvidar.
¿Se odiaban o solo era puro show?
Aunque los rumores de beef eran constantes, la verdad es más compleja. Christina criticó el comportamiento de Justin tras su ruptura con Britney, y Britney le tiró algún que otro shade en entrevistas. Pero nunca se agarraron del pelo (ni literal ni simbólicamente).
La mayoría de los comentarios venían de terceros o de la prensa buscando titulares. Las verdaderas palabras entre ellas eran ambiguas o neutras, con más silencio que drama. Lo que había, probablemente, era una competencia alimentada desde arriba, no una guerra personal.
Con el tiempo, Christina declaró que la narrativa creada sobre ellas era “ridícula” y “machista”, y que siempre había admirado el talento de Britney. Ambas fueron víctimas de una cultura pop que necesitaba enfrentamientos para vender portadas.
Dos reinas, dos caminos… una misma lucha
Hoy, con la narrativa del #FreeBritney y Christina apoyándola públicamente, la rivalidad queda como una reliquia pop, más construida por la industria que vivida por ellas.
Britney lucha por reconstruir su vida tras años de tutela abusiva. Christina sigue reinventándose, defendiendo la autenticidad y el poder femenino. Ambas marcaron una generación. Ambas siguen siendo íconos. Y ambas merecían más respeto del que les dio el espectáculo.
El verdadero plot twist es que nunca tuvieron que pelear por el trono: ya eran realeza desde el principio.