Un aroma puede llevarte directo a tu infancia, a una persona o a un momento que pensabas olvidado. La razón es simple: el olfato está directamente conectado con las áreas del cerebro que procesan la memoria y la emoción.
Estudios han demostrado que los olores son capaces de activar el sistema límbico de forma más intensa que los sonidos o las imágenes. Esto ha sido aprovechado por industrias como la perfumería, la publicidad y la terapia cognitiva.
Hoy, existen perfumes creados para desencadenar recuerdos felices o reducir la ansiedad. También se está desarrollando la “aromaterapia neural”, un campo que podría ayudar a pacientes con Alzheimer a reconectar con sus memorias.