By los más pequeños, los más olvidados
En medio de los bombardeos, del colapso sanitario y de la desesperación por sobrevivir, hay un grupo que ni siquiera puede alzar la voz: los niños y bebés de Gaza.
Hoy, 17 de junio de 2025, la realidad es devastadora. Según datos de UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), más de 66,000 menores sufren desnutrición aguda. Esto no es un dato lejano. Es el llanto de un bebé sin leche, el cuerpo de un niño de 6 años con el peso de uno de 3.
Es una infancia marcada por el hambre, la guerra y el abandono.
📊 Las cifras que quiebran el corazón
- 1 de cada 3 niños en Gaza muestra signos visibles de desnutrición.
- Más del 90% ha sido desplazado al menos una vez desde el inicio del conflicto.
- Cientos han perdido a sus padres o familiares cercanos.
- El 80% ya no tiene acceso a educación básica.
Y lo más alarmante: muchos hospitales no pueden ofrecer ni lo más esencial, como suero oral, suplementos nutricionales o incubadoras para los recién nacidos.
Historias que deberían ser imposibles
Aisha, de 4 años, fue diagnosticada con desnutrición severa. Su madre, Amal, cuenta que durante semanas solo comieron arroz blanco y pan seco. “Ya no jugaba, solo dormía. Pensé que se me iba”, dice, conteniendo el llanto.
Mohammed, un bebé de 9 meses, pesa apenas 5 kilos. Nació en medio de un bombardeo y aún no ha probado leche de fórmula porque simplemente no hay.
Lina, de 8 años, dejó de asistir a la escuela porque el edificio fue destruido. Hoy pasa los días ayudando a cargar cubetas de agua junto a su hermano mayor.
Estas no son historias de otra época. Son de hoy. De ahora mismo.
No es un desastre natural. Es prevenible.
A diferencia de un terremoto o una pandemia, la situación en Gaza es una crisis creada por decisiones humanas: bloqueos a la ayuda, ataques a la infraestructura, silencio político.
UNICEF ha alertado que, sin un acceso inmediato y sostenido de alimentos y asistencia médica, la situación podría derivar en una generación entera marcada por traumas, enfermedades y secuelas irreparables.
¿Dónde queda la responsabilidad internacional?
Varios países han enviado ayuda simbólica, pero los camiones con suministros muchas veces son detenidos en la frontera. Las organizaciones no gubernamentales enfrentan restricciones para operar, y el combustible necesario para mantener hospitales en funcionamiento se agota cada semana.
Mientras tanto, la infancia en Gaza se consume lentamente. No por la guerra. Sino por el hambre, el frío, la incertidumbre… y el olvido.
Cierre: mirar a un niño con hambre… y no hacer nada
La infancia debería estar hecha de risas, juegos y sueños. No de sirenas, bombardeos y estómagos vacíos.
¿De qué sirve un trending topic si no va acompañado de conciencia? ¿De qué sirve una noticia si no despierta acción? Esta nota es un puente. Un puente entre la información y el corazón.
Porque mientras tú lees esto, un niño en Gaza espera algo tan básico como una cucharada de comida.
