Las universidades siempre han sido cuna de debate, pero hoy están en el ojo del huracán. En distintos países, estudiantes y profesores denuncian que la polarización política y social limita la libertad de expresión. Algunos temen hablar de ciertos temas por miedo a cancelaciones, protestas o sanciones internas.
En México, cada vez más se dan debates sobre feminismo, diversidad sexual, política y religión que generan tensiones. Lo que debería ser un diálogo académico se convierte en choques entre bandos. Mientras algunos defienden el derecho a expresarse sin filtros, otros exigen límites para evitar discursos de odio.
El reto es encontrar un equilibrio: universidades que promuevan el pensamiento crítico sin convertirse en zonas de censura o violencia.


 
											 
											 
											