¿Ansiedad o capitalismo?

¿Ansiedad o capitalismo?

Por qué todos estamos al borde y nadie quiere admitir que el sistema está roto


En los últimos años, la ansiedad dejó de ser solo un diagnóstico clínico para convertirse en una epidemia emocional global. Y aunque hay muchas razones personales detrás, hay una verdad incómoda que pocos quieren mirar de frente: no estás mal tú, el mundo está mal hecho.

Este sistema en el que vivimos —productivo, rápido, exigente, saturado de estímulos— está diseñado para exprimirte hasta que se te olvide quién eres. Y no, no es drama: es capitalismo tardío, precariedad emocional y fatiga constante camuflada de “ambición”.


No estás cansado sin razón: el sistema te quiere ocupado, no consciente

¿Te has dado cuenta de que el descanso ya se siente como culpa? Que si no estás “siendo productivo” parece que estás perdiendo el tiempo… aunque estés a punto del colapso.

El problema es que:

  • La productividad se volvió tu valor personal.
  • El tiempo libre ya no existe, siempre hay algo “urgente”.
  • El sueño de la estabilidad se convirtió en sobrevivir con tres trabajos.
  • Las redes sociales te bombardean con vidas perfectas mientras tú apenas puedes mantenerte funcional.

Spoiler: no eres tú. Es el sistema que convirtió el bienestar en un lujo.


La salud mental se monetizó (y eso también enferma)

Ahora te venden meditación como si fuera una app premium. Te dicen “haz yoga” como si no costara. Te hablan de self-care con velas de 700 pesos. Pero nadie te dice que el verdadero cuidado mental empieza por no vivir en modo supervivencia todos los días.

Lo que antes era una necesidad humana (descansar, desconectarse, sanar) ahora es una industria.

Y mientras más roto estás, más fácil eres de venderte cosas.

  • Parches para el estrés.
  • Aromaterapia para el burnout.
  • Cursos de productividad… para que trabajes aún más.

El sistema crea el problema, y luego te vende la solución.


La cultura del hustle te está comiendo viva

“Levántate a las 5 AM y haz ejercicio antes de trabajar”,
“Si no tienes dos ingresos, fracasaste”,
“Todo es posible si te esfuerzas lo suficiente”…

La cultura del hustle (hustle culture) glorifica el cansancio. Te hace creer que si no estás agotado, no estás haciendo lo suficiente. Pero lo que no te dice es que ese ritmo es insostenible.

La salud mental colapsa, las relaciones se enfrían, el cuerpo se enferma… y cuando te detienes, ya no sabes quién eras antes del trabajo.


Redes sociales: la ansiedad se volvió estética

Ya no solo estamos tristes: estamos tristes con filtro.
Nos hemos acostumbrado a romantizar el caos.

  • Selfies llorando, pero con buena luz.
  • Videos de breakdowns con música instrumental.
  • Memes sobre ir a terapia como si fuera una moda, no una necesidad.

Esto no es crítica, es una observación: incluso nuestra vulnerabilidad fue absorbida por el algoritmo.

Estamos tan acostumbrados a mostrarnos “conscientes” que ya ni sentimos sin pensar cómo se va a ver eso en Instagram. Y lo peor es que todo esto contribuye a un ciclo donde sentirte mal es lo “normal”. Y eso NO está bien.


¿Qué podemos hacer cuando no se puede cambiar todo?

No te vamos a decir “renuncia a tu trabajo y vete a vivir al bosque” (aunque tentador, no todos podemos). Pero sí podemos hablar de resistencia realista.
Pequeños actos que desafían el sistema sin necesidad de colapsar:

  • Dormir como forma de rebeldía. El descanso es político. Dormir no es perder el tiempo, es cuidar tu cuerpo.
  • Decir “no” sin culpa. A veces el límite más valiente es el que pones tú.
  • Dejar de romantizar estar ocupadx. No necesitas estar al tope para ser valiosx.
  • Conectar offline. Una conversación cara a cara tiene más valor que 100 likes.
  • Recordarte que no viniste al mundo a producir, sino a vivir.

No estás fallando, estás sobreviviendo

Si sientes que todo te pesa, que la vida va demasiado rápido, que por más que haces no es suficiente… no estás solx. No estás roto. Solo estás cansadx de un sistema que exige sin dar.

Y reconocer eso también es parte de sanar.
Hablarlo, ponerle nombre, decir “ya basta” es el primer paso. Porque a veces la cura no está en ti, sino en entender que el entorno es el que necesita cambiar.

Y mientras eso pasa, cuida tu mente como un acto de resistencia.
Porque tu paz, en este mundo hiperacelerado, es más revolucionaria de lo que crees.

editor

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