Cuando suena Stayin’ Alive, todo el mundo piensa en bolas disco, pantalones acampanados y fiebre de sábado por la noche. Pero detrás del beat infeccioso de los Bee Gees hay una historia de talento desgarrador, rivalidades fraternales y reinvenciones dolorosas.
De niños prodigio a íconos globales
Los hermanos Gibb comenzaron como niños cantantes en Australia, pero su explosión fue en Reino Unido. Con armonías imposibles y letras viscerales, los Bee Gees no solo eran pop, eran poesía melancólica con falsete.
Disco fever… y su caída
Saturday Night Fever los elevó a lo más alto. Pero el backlash anti-disco fue brutal. En los 80, sus discos eran ignorados y sus voces ridiculizadas. Pasaron de ser ídolos a chivos expiatorios de una moda que se desvanecía.
Dolor y renacimiento
La muerte de Andy Gibb, el hermano menor, marcó un antes y después. Sin embargo, siguieron creando, escribiendo para otros artistas y recuperando su legado poco a poco. Barry, el último Bee Gee vivo, mantiene viva la leyenda.
Hoy los Bee Gees vuelven a sonar en TikTok y en series como The Bear. Su historia es un recordatorio de que la música, como la vida, tiene luces y sombras. Y ellos supieron brillar en ambas.