By Lo que parecía una moda de celebridades adultas ahora se ha filtrado peligrosamente a las generaciones más jóvenes. En 2025, el uso masivo de filtros en redes sociales está distorsionando la percepción corporal de niños y adolescentes, motivándolos a buscar tratamientos estéticos incluso antes de cumplir los 16 años. ¿El objetivo? Parecerse a su versión editada.
La situación ha llegado a un punto crítico: clínicas de estética en varios países han reportado un aumento en las consultas de padres que llevan a sus hijas (¡y a veces hijos!) para pedir rellenos labiales, rinomodelaciones o procedimientos antiacné invasivos, impulsados por TikTok, Instagram o Snapchat.
La dermatóloga Paloma Borregón, reconocida por su enfoque ético, insiste en que estos tratamientos no deben aplicarse por simple presión estética. “Los menores están en una etapa de desarrollo tanto físico como emocional. Someterlos a alteraciones faciales sin necesidad médica puede afectar su autoestima y generar dependencia emocional al retoque”, señala.
Además, expertos aseguran que esta práctica puede tener consecuencias a largo plazo, como deformaciones, hipersensibilidad, rechazo a los materiales o efectos psicológicos profundos. Por eso, la comunidad médica está pidiendo una regulación más estricta que establezca una edad mínima legal y protocolos éticos claros.
Este fenómeno también ha encendido las alarmas en círculos de poder. En Europa, algunas casas reales promueven la imagen de juventud natural y empoderada, como la princesa Leonor y su hermana Sofía, quienes en sus recientes apariciones públicas lucieron frescas, sobrias y orgullosas de su autenticidad. Ningún rastro de retoque, pero sí de presencia y confianza.
El mensaje es claro: la belleza adolescente no necesita alteraciones, sino acompañamiento, información y autoestima. Si como sociedad queremos fomentar el autocuidado, es urgente cambiar el filtro… pero el mental, no el digital.
