La industria de la moda ha sido históricamente una de las más contaminantes del planeta. Pero eso está cambiando. En 2025, la sostenibilidad ya no es una opción: es una exigencia.
Las marcas emergentes están apostando por telas recicladas, producción bajo demanda, tintes naturales y procesos éticos. Incluso los grandes gigantes como H&M o Zara están lanzando líneas conscientes (aunque se cuestiona si es “greenwashing”). Por otro lado, el upcycling —convertir ropa vieja en nuevas prendas— se ha vuelto una tendencia entre influencers y diseñadores independientes.
También han surgido plataformas de alquiler de ropa y apps que permiten intercambiar prendas con otras personas, reduciendo el consumo compulsivo. Esta nueva moda no solo busca verse bien, sino hacer el bien.
La sostenibilidad ha dejado de ser un nicho para convertirse en el nuevo lujo.